sábado, 21 de junio de 2008

LA FUNDACIÓN DE ROMA


Tiénese por cierto que la primera fundación de
Roma se verificó el día once antes de las
Calendas de Mayo. (21 de abril).
Plutarchos. Romulus. 12.

Algunos senadores deseaban que se llamase
Rómulo, por haber sido, en cierto modo, el
segundo fundador de Roma. Prevaleció, sin
embargo el nombre de Augusto...
Tr. Suetonius. Oct. Augusto. 7.

... todo fue obra de Mario. Así, los más lo
apellidaban «Tercer fundador de Roma»...
Plutarchos. Mario 27.

La fundación de la Ciudad Eterna, decían los antiguos, que fue decidida por un Dios y realizada por Semidioses. Los anales, escritos en los libros linteados, nos refieren con detalles los semi-míticos antecedentes.

En el año 780 antes de Cristo, en la pequeña ciudad-estado de Alba Longa, en el templo de Hestía, durante la noche, mientras la Virgen Vestal Ilia Rhea Silvia, guardiana de la llama eterna, rezaba su oración, repentinamente apareció el Dios de las Guerras, Marte, anunciando a la sorprendida Sacerdotisa que ella sería la Madre electa de dos hijos divinos.

La vestal, al cumplir los diez meses, tiempo reservado únicamente al nacimiento de los hijos cuyos padres fueran Dioses, dio a luz a los dos mellizos prometidos.

La dicha de la Virgen-Madre de los semi-dioses no fue muy duradera, porque el incrédulo tío, el Rey Amulio, como justa pena por la castidad perdida, la encerró en cárcel perpetua y a los mellizos en su cuna los puso sobre las olas del crecido río, que por un lejano pariente que había muerto allí ahogado, lo llamaron desde entonces Tiberis.

Pese a todo, la disposición de los dioses no podía ser cambiada por malevolentes decisiones humanas y así los mellizos, por la corriente del río fueron arrojados a la costa, junto al tronco de un vieja higuera. De esta manera se salvaron porque estaban destinados a vivir y cumplir la voluntad divina.

El Dios Vaticano, que preside los primeros vagidos humanos, no tardó en descubrir a los hambrientos y lloriqueantes «germanos», en castellano, ‘hermanos’, y según nos lo refieren Fabio Pictor y Preparetio, el mismo dios envió a la Diosa Romilia a que viese a los niños. Romilia, en su habitual forma de loba, ofreció a los mellizos sus pechos que en la lengua osca llamaban entonces Ruma.

Los infantes fueron encontrados luego por el pastor Faustulo, quien a su vez los entregó a su mujer Acca Larentia, conocida como afamada Lupa, en los lupanares del Septimontium. Ella dio el nombre de Romulus al más fuerte, por la diosa que lo alimentó, y al otro, por el río que corre, en griego rein, lo llamó Remus.

Pocos años después los jóvenes, por una rara coincidencia, fueron reconocidos por el abuelo Numitor, quien —según nos informa Plutarco— se ocupó mucho por brindarles una educación adecuada.

Los hermanos, estimados caudillos de los moradores en las colinas y el Septimontium, al llegar a los 25 años en el 753 a.C.n., consideraron necesario unir bajo su mano la gente allí congregada, dando a esa tierra el apoyo dentro de los muros de una ciudad, para lo cual tenían el lugar más apropiado, y sólo les faltaba realizar la ceremonia sacroreligiosa de la fundación, acto que fue reservado para la fiesta a los pastores, llamada Palilias, celebrada siempre el día 21 de abril.

La ceremonia de la fundación la inició Romulus, abriendo un surco profundo con la reja de cobre de su arado, tirado por dos bueyes de color blanco y negro, colores predilectos de los dioses superiores en el cielo y de los inferiores en el infierno.

El surco era profundo y sagrado, y con la tierra levantada hacia adentro representaron los futuros muros. También era sagrado el mismo surco y por ello nadie podía en adelante impunemente cruzarlo. Dejó sin arar el lugar en que al fundador le pareció adecuado reservar un espacio para la entrada y la salida, levantando el arado, lo portó unos momentos, quedando de esta manera un sitio intacto, que precisamente por ello lo llamaron porta (’puerta’).

El surco trazado alrededor de un territorio tenía la forma de un círculo, que los latinos llamaban orbis, en la forma arcaica orbs, los oscos decían urbs, y en castellano urbe.

El segundo acto fue abrir un hoyo en el centro de la ciudad, y sobre éste levantaron un altar. En ese hoyo, llamado mundus, los nuevos ciudadanos depositaron las cenizas de sus padres, consagrando de esta manera a la flamante ciudad, Tierra de los Padres, brevemente Patria, que a ellos mantiene, los une y defiende en lo bueno y en lo malo.

De esta forma, el Hijo del Dios Marte, Romulus, alimentado por la Ruma de los Diosa Romilia, con imagen de una loba, y educado por la otra loba Acca Larentia, fundó la urbe de Ruma en el tercer año de la séptima olimpiada sexta, dando a sus quirites latinos ópicos y oscos, con la siembra de las cenizas de sus padres en el Mundo, una nueva patria, y con el fuego en el altar, sobre esta tumba sagrada, también les dio una luz indeficiens, luz clara y llama eterna, porque nunca se apaga.

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